En un ejemplo tangible de cómo la avicultura puede ser motor de transformación social, los días 3 y 4 de abril se llevó a cabo una nueva jornada del proyecto Huevos para el Ande, una iniciativa liderada por La Calera con el objetivo de combatir la anemia y la desnutrición infantil en comunidades rurales del Perú, a través de la producción y consumo de uno de los alimentos más completos: el huevo.
Este proyecto tiene una historia de origen profundamente humana. Andrea Paredes, fundadora de Huevos para el Ande, visitó junto a su familia la comunidad de Janac Chuquibamba en un viaje de turismo vivencial. Fue allí donde, al convivir de cerca con las familias, pudo ver las dificultades que enfrentan a diario: la falta de servicios básicos, el aislamiento y la ausencia de proteínas en su canasta básica de alimentos. Movida por la realidad que presenció, Andrea planteó la idea de este proyecto al Ingeniero Tayo Masías, fundador de La Calera, a su esposa Beatriz y a Pedro José de Zavala, gerente general de la empresa, quienes, con gran entusiasmo e ilusión, le dieron luz verde, convencidos de que la avicultura podía convertirse en un motor de cambio y esperanza para estas comunidades.
Desde sus inicios, Huevos para el Ande ha beneficiado ya a 1,478 familias, llevando nutrición, conocimiento y nuevas oportunidades a distintas zonas rurales del Cusco. La meta, llena de ilusión y compromiso, es alcanzar las 1,700 familias beneficiadas para finales de 2025, ampliando el impacto positivo de este hermoso proyecto.
Hoy, este sueño es una realidad que sigue creciendo gracias a la suma de esfuerzos. En esta oportunidad, un equipo conformado por más de 30 profesionales de reconocidas empresas auspiciadoras —Cargill, CKM, Ilender, Levania, Ceva, Gammavet, Seaboard, Promune, Adisens, Invetsa, MSD y MAP Global Media— se sumó al trabajo liderado por La Calera, dejando en claro que la unión de la industria puede generar cambios verdaderamente significativos en la vida de las personas.
Acompañamiento y crecimiento en comunidades
El jueves 3 de abril, las visitas de supervisión a las comunidades de Chawuaytiri, Matinga y Misminay permitieron constatar el progreso de las familias que recibieron gallinas ponedoras en noviembre pasado. Con entusiasmo y orgullo, los beneficiarios mostraron sus pequeñas granjas familiares, donde las aves, gracias al apoyo técnico constante, se han convertido en un recurso vital para su alimentación diaria.
Los rostros de los niños, ahora con mejor salud y energía, son prueba viva de que la introducción del huevo en su dieta diaria está marcando una diferencia. La Calera, a través de su equipo de profesionales, ha asumido la responsabilidad de acompañar a cada familia, asegurando que la crianza de las aves se traduzca en una producción sostenible, no solo para el autoconsumo, sino también como un motor de pequeñas economías familiares.
Nuevas entregas y un emotivo reencuentro
El viernes 4 de abril fue un día cargado de emociones. Se realizó la entrega de gallinas ponedoras a las nuevas comunidades de Ccotataqui y Pampallacta, donde las familias recibieron con esperanza y alegría a sus nuevas compañeras de granja, símbolo de un futuro mejor. Cada tarea, desde la descarga de las aves hasta la entrega personalizada a cada familia, fue realizada por los propios profesionales participantes, bajo la guía comprometida del equipo de La Calera.
Posteriormente, se llevó a cabo uno de los momentos más emotivos de toda la jornada: la primera reposición de gallinas en la comunidad de Janac Chuquibamba. Esta comunidad, pionera en el proyecto, celebró con inmensa gratitud el año de trabajo conjunto, presentando resultados productivos excelentes y un porcentaje nulo de mortalidad en sus gallinas, un logro que habla del compromiso y responsabilidad de las familias beneficiadas. El recibimiento fue cálido, lleno de sonrisas y muestras de agradecimiento hacia todo el equipo, demostrando que más allá de las aves, lo que se ha sembrado en el corazón de estas familias es esperanza y autoestima.
Una huella imborrable en la avicultura social
El equipo de La Calera, compuesto por Pedro José de Zavala, Alberto Paredes, Vigo Masías, Noemí Lovón, Paul Marca, Gisella Rodríguez y Valeria Montoya, lideró cada actividad con pasión, dedicación y profundo respeto por las comunidades. A su lado, los profesionales de las empresas auspiciadoras aportaron su experiencia y energía, reflejando que cuando el sector avícola trabaja unido, puede dejar una huella imborrable en las vidas de quienes más lo necesitan.
Huevos para el Ande no solo está combatiendo la desnutrición: está sembrando sueños, construyendo futuros más dignos y reforzando los lazos de unión y solidaridad que la avicultura peruana puede y debe seguir impulsando, como ejemplo para toda Latinoamérica.